El pasado martes 16 de noviembre un grupo de asociadas nos encontramos en el Hotel Único para conocer de primera mano las novedades que el hotel nos puede ofrecer.
Para mí fue un día especial, ya que desde antes de marzo de 2020 no había asistido a ningún evento de forma presencial, solo de manera virtual. Suponía por ello un feliz rencuentro con compañeras a las que hacía tiempo no veía, y, aún con mascarilla, tuvimos la oportunidad de darnos un abrazo post pandemia.
El hotel es una auténtica belleza. Una maravilla enclavada en pleno barrio de Salamanca, y hacer honor a su nombre, es realmente Ú N I C O. Es un hotel pequeñito, tiene 44 habitaciones, pero es una auténtica capricho.
Carolina García, nuestras anfitriona, nos dividió en dos grupos para hacer la visita más adecuada al protocolo Covid. Eso nos permitió charlar y departir con tranquilidad.
Comenzamos la visita por la biblioteca, que es una preciosidad, y junto a ella vimos una pequeña salita en la que nos mostraron todas las posibilidades para pequeños eventos.
Destaca especialmente en toda la planta baja los suelos, la decoración casi toda procedente de anticuarios, las lámparas espectaculares, las paredes, las ventanas. Todo ello le otorga al espacio una exquisitez mezclada con una inmensa calidez. No en vano, nos explicaron que el hotel cierra todos los años en agosto, para hacer una limpieza íntegra, pintar y reparación de cualquier detalle de mantenimiento que sea preciso, y eso se nota. El hotel está en un estado excelente, impecable. También nos contaron que, dado que tienen una clientela muy fiel y asidua, disponen en la 4ª planta de unas taquillas para todo aquel cliente que quiera dejar sus cosas allí para próximas estancias.
En la escalera nos recibió, además del árbol de Navidad, una majestuosa escultura que llega desde la planta baja a la tercera planta, que se tuvo que introducir en el hotel por piezas, porque de otra manera hubiera sido imposible.
Las habitaciones no son enormes, pero están completísimas. Las de las 4ª planta son abuhardilladas. Detalle importantísimo que denota su exquisitez: todas las habitaciones tienen zapatillas y paraguas. Mantienen los techos altos, y los pequeños balcones que definen los edificios de la zona. Cada habitación tiene un código que por conexión bluetooth se puede escuchar la música que cada uno elija en su móvil. Además, el hotel tiene un pequeño gimnasio 24h y una zona de masajes.
Detalle importante a tener en cuenta, el propio hotel asesora a sus clientes sobre comercios de la zona, y tiene pequeños convenios con ellos de manera que si van allí, suelen tener un detallito con los huéspedes. En proceso está un convenio con los atelieres de moda de la zona.
Y como remate excepcional del hotel, el formidable restaurante de Ramón Freixa junto a la terraza jardín, al que se puede acceder desde la calle sin necesidad de pasar por el hotel, y en el que ahora mismo se pueden degustar tres tipos distintos de menús de degustación: “Temporalidad”, de 90€. “Descubriendo Ramón Freixa” 115€, y “Universo Freixa” de 165€, además del maridaje, que es opcional, a 75€.
Para finalizar, nuestras anfitrionas nos ofrecieron un pica pica estupendo en una sala muy acogedora que nos facilitó mucho la conversación entre nosotras. El lugar invitaba a ello y las delicatessen con las que nos agasajaron también. Además, coincidió que entre nosotras se encontraba Sonia Rodríguez, que justo este día era su cumpleaños.
Pudimos felicitarla incluso cantando, ya que tuvieron el detallazo de traer un pastelito con una vela.
Fue una tarde muy agradable, de rencuentros y abrazos que nos hicieron recordar aquellos tiempos previos a la pandemia.
Carmen Guillén