Tengo que reconocer que yo soy de candelabros, alfombras y tapices y nada más entrar en el Mandarin Oriental Ritz me dije “este no es mi Ritz, que me lo han cambiado”. Pero una vez traspasas sus puertas te das cuenta de la increíble y envolvente luz que te rodea, la blancura y detalles dorados sin ningún exceso y te quieres quedar allí.
Es un Ritz actualizado al siglo XXI sin perder nada de su esencia clásica. Además, ha querido destacar su localización dentro del Madrid del Arte abriéndose hacia la presencia de su cercano vecino El Museo del Prado. El arte se respira en cada rincón del renovado hotel, se aprecia en los detalles, en el ambiente, ahora es parte de su alma.
Han querido conservar con acierto algunos de los elementos clásicos del “antiguo” Ritz pero que se funden sin ningún aspaviento con el nuevo diseño y decoración. Eso es lo que más destaca, es el Ritz, ahora Mandarin Oriental, y conserva toda su esencia.
En la cúpula, ahora acristalada, abierta al cielo de Madrid, se pueden encontrar todo tipo de personalidades famosas, anónimas, más clásicas, más innovadoras, y es lo que el Mandarin Oriental Ritz ha conseguido gracias a su espectacular renovación. Es un Ritz abierto.
Su Spa nos aporta una tranquilidad muy conseguida gracias a su espacio circunvalado con mármol imponente y detalles dorados que nos recuerdan su carácter.
Las habitaciones nos ayudan a desconectar del Madrid asfaltado mientras nos transportan al ambiente de lujo y comodidad para que podamos centrarnos en el descanso dentro de una ciudad que no descansa.
Si quieres disfrutar de sus espacios gastronómicos tendrás difícil poder decidirte.
Desde aquí queremos agradecer a Denise López de HelmsBriscoe que se ocupo de la organización de esta visita y por supuesto a nuestros anfitriones que nos recibieron con gran afecto, buen hacer y profesionalidad.
Madrid es arte, es innovación, es historia. Y el Ritz es Madrid.
Inés Guerrero